A estas alturas una está acostumbrada a tener seguidores y detractores. A escuchar buenas y malas críticas. A apoyarse en manos amigas y a caer por culpa otras. Pero cierto es que, tras tantos años de aventuras y desventuras, por fin empiezo a vislumbrar entre verdades, mentiras e internas luchas, lo que merece y lo que no merece la pena.
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